El maestro Ignacio Oropeza, referente del periodismo veracruzano


Por Carlos Vergara Salazar, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Este domingo 26 de noviembre falleció el maestro cordobés Ignacio Oropeza.

En paz descanse.

Les comparto este artículo que publiqué en la revista Magazine Veracruzano hace ya casi once años, en enero de 2007 (No. 103 pp 9).

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Foto: Tomada de Internet, crédito a quien corresponda.

Al maestro Ignacio Oropeza tuve la fortuna de tenerlo como profesor desde el primer año de la universidad, en su querida Facultad de Comunicación.

Una mañana de septiembre de 1993 entró al aula y sin dilaciones trazó en el pizarrón el contenido y los objetivos de su materia: Teoría del Lenguaje.

Debo decir que fue el primer maestro que me dio clases al estilo universitario: o sea, únicamente explicando su lección y anotando conceptos o diagramas en la pizarra.

Como la verdad sea dicha, en su rostro no se asomaba el más mínimo indicio de amistad, en esos momentos no cruzó por mi mente que a la larga se convertiría en uno de los mentores que más profunda huella dejaría en mi formación profesional.

Pero, detrás de esa circunspección existe un cálido ser humano que sabe contar una anécdota picante o hablar de deontología con una sonrisa en los labios.

Pero esa faceta de su personalidad no se me revelaría hasta el final de mi carrera.

Una de las primeras cosas que el maestro Oropeza nos enseñó fue a no hablar sin razonar antes. Cuando hacía preguntas siempre rebatía con un “¿Por qué?”, a quien las contestaba.

Con los días y las semanas, mis compañeros y yo nos fuimos enterando del perfil de cada uno de nuestros profesores.
El maestro Oropeza había estudiado un postgrado en Colombia, es mentor de otros profesores de la Facultad, ex director de la misma, jefe de prensa del ayuntamiento veracruzano, tuvo el mismo cargo en la UV, fue director de Radio Universidad, director de Comunicación Social del Gobierno del Estado, autor de un libro de teoría del lenguaje y colaborador de varios medios informativos del puerto. En suma, un periodista y teórico de la comunicación consumado.

Al poco tiempo de recibir las lecciones su personalidad nos fue revelando cualidades poco vistas en algún lado, como el reconocimiento al esfuerzo de sus alumnos.

Recibimos su cátedra los dos primeros semestres de la licenciatura. Clases que nos dejaron mejor preparados para los subsecuentes años escolares. Más tarde, le tocó impartirnos su materia de semiótica, la teoría general de los signos, pero grande fue mi sorpresa cuando nos tocó como maestro a mí y otros tres compañeros en la cátedra de ética y crítica.
Un maestro enciclopedista para un reducido grupo que componíamos sólo cuatro alumnos. Fue entonces que conocí al verdadero maestro Oropeza en sus diversas facetas.

Hasta hace pocos años en la carrera de comunicación se debía escoger una especialización que se estudiaba en los últimos tres semestres de los ocho obligatorios: medios audiovisuales, relaciones públicas o periodismo.

Esta última opción siempre era la menos demandada y, como ya dije, ese año de 1996 de mi grupo de más de treinta alumnos sólo cuatro elegimos periodismo.

Con el antecedente de conocernos aunque fuera superficialmente, la relación entre maestro y alumnos entró pronto en una dinámica académica que pronto se tornó más personal al concedernos su amistad, pero que nunca perdió el debido respeto.

Así, pude conocer de primera mano su experiencia en las diversas actividades profesionales en las que participó. También nos enteró de que él es nativo de Córdoba y a lo largo de estos últimos años he tratado con gente que lo conoce desde su juventud y siempre se han expresado de él como una persona íntegra.

Cuando uno se va de la escuela se quedan los maestros y siempre que se puede se regresa para pedirles un consejo, rememorar viejos tiempos o simplemente saludarlos.

Recuerdo que hace ocho años regresé a la Facultad, lo busqué y le entregué orgulloso el número 6 de Magazine. Tomó la revista, la vio detenidamente, y me dijo con su característica sinceridad: “¡Te felicito!”. Y enseguida hizo el ofrecimiento generoso: “Cuando tú quieras escribo para tu revista”.

Pero como decía, uno cree que los maestros se quedan en la facultad, que siempre permanecerán ahí y nunca se irán. Pero no es así.

El pasado 22 de noviembre el maestro Oropeza se despidió de las aulas. Después de 38 años de permanecer en la Facultad como alumno y catedrático se jubiló.

Se le rindió un homenaje donde estudiantes, ex alumnos y docentes lo despidieron con agradecimientos y felicitaciones.

Maestro, desde estas líneas, le digo gracias, muchas gracias por su amistad, sus conocimientos, su tiempo y dedicación, sus consejos y regaños. Gran parte de lo que soy y he hecho como profesionista se lo debo a usted.

Por maestros como usted es que se aprende a amar al alma máter, nuestra querida Facultad de Comunicación.

Publicado en: https://carlosvergarasz.wordpress.com/2017/11/27/el-maestro-ignacio-oropeza-referente-del-periodismo-veracruzano/

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