Al Bat… Pancho Barrios

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Por Jesús Alberto Rubio

Jesús Alberto Rubio Salazar, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (desde Hermosillo, Sonora)

Imposible no recordar a Pancho Barrios, tal y como suelo hacerlo cada año.

Su memoria, eterna, perenne.

9 de abril: aniversario de su deceso.

En aquel año, 1982, recuerdo que cuando su triste y lamentable fallecimiento, era Semana Mayor.

De su vida siempre guardo gratos recuerdos y anécdotas.

Y, todo, sí, aquella gran relación de compañeros y amigos, a partir del estadio de la Reforma donde hoy está la Secundaria Federal No. 4, y que en aquel tiempo de los años sesenta, se distinguía como plantel educativo de la Universidad de Sonora.

Imposible olvidar aquellos aciagos días cuando nos dábamos vuelo jugando pelota juvenil.

Pancho, nuestro primer jugador hermosillense en Ligas Mayores y sí, ¡qué orgullo! para quienes jugamos con él en aquella época.

“¡Dejen dormir!, nos gritó con gruesa voz, desparpajada, en un viaje nocturno que hacíamos como seleccionados juveniles de Hermosillo en un autobús hacia Norwalk, CA, donde lanzaría el primero del doble juego, mostrando de pronto un estilo y personalidad sobre la loma que no le conocíamos.

Su nuevo estilo de lanzar, aunado a la velocidad y efectividad, más tarde le iba a llevar a Los Charros de Jalisco, Naranjeros de Hermosillo y al mejor béisbol del mundo con los Medias Blancas de Chicago.

Era en esos días el tremendo “Lacandón” (por su físico delgado y alto, con su cabello lacio y negro casi cayéndole sobre su espalda) a quien luego el “Windy” Durán Santeliz bautizó como “El Rostro de la Reforma”, ya se imaginará el por qué.

Tuvo una gran velocidad en su brazo derecho, con estatura de 1.95 de estatura y 90 kilogramos de peso y para quienes tuvimos la oportunidad de jugar a su lado, difícil olvidar cómo le gustaba muy a su estilo correr por los jardines como un verdadero “caballo”, dejando flotar su larga melena sobre sus hombros.

“El Lacandón” fue algo por demás especial por su carácter, personalidad, estilo, alegre y bromista dentro y fuera del béisbol. Y, claro, todo un “caballo” del pitcheo.

Pancho Barios fue un amigo, vigente, de quien siempre estuve muy atento, aquí y allá en los 70`s 80`s cuando su notable carrera con Naranjeros y Medias Blancas de Chicago.

Lo descubrió Cutberto González

Fue Cutberto González (+), entonces scout de los Charros de Jalisco, quien vio en Pancho Barrios el potencial necesario para convertirse en un pitcher ganador en la pelota profesional.

Su gran debut profesional fue a los 17-18 años, en 1971, con los Tuneros de San Luis, sucursal de los Charros en la Liga Central. En esa primera oportunidad REGISTRÓ 6-4 y 3.20 de efectividad. Luego 7-4 con Mexicali en la Norte de Sonora.

Y venía lo mejor:

Cuando supimos que estaba ya enfundado en la franela de los Naranjeros, todos sus amigos y compañeros de la Juvenil de la Liga San Benito “nos frotábamos las manos” y no fallábamos al “Fernando M. Ortiz” para esperar su primera salida.

Y llegó el día esperado: Yo estaba, recuerdo, en la grada de cemento por la tercera base y desde ahí, emocionado a más no poder, gocé debut del gran amigo:

Ocurrió en la temporada Invernal del 71-72 cuando debutó con un relevo… para empezar a escribir una nueva historia en el béisbol.

Bien recuerdo que esa noche quedamos admirados de verlo lanzar porque estábamos frente al nacimiento de una nueva estrella del pitcheo mexicano, producto y gran orgullo del béisbol local hermosillense.

Esa campaña tuvo dos apariciones, ganando uno en funciones de relevo donde lanzó dos innings, admitió un hit, una carrera limpia, dio dos bases, con tres abanicados y efectividad de 4.50.

Novato del Año

En 1972 en la Central con los Tuzos de Zacatecas llevaba 5-9 y 5.57 cuando fue llamado por los Charros (1-1- y 4.70 en ocho apariciones).

Al siguiente verano su marca fue de 10-12 con 2.36, abanicando a 158, la cuarta mejor cifra del circuito. A pesar de tener cifras negativas, fue nombrado “Novato del Año”.

Muy pronto los buscadores “le echaron el ojo” y en el invierno de aquel 1973 se lo llevaron como Agente Libre a Phoenix, sucursal de los Gigantes de San Francisco en la Liga de la Costa, Triple A, donde tuvo un registro de 2-1 y 4.50.

Al regresar a los Charros, junto con el relevista Manuel Lugo, en el 74 fue negociado a Chicago a cambio del empalmense Rodolfo “Rudy” Hernández, quien estuvo un rato con aquel equipo.

Pancho Barrios fue asignado a la Liga Southern, Doble A, con el Knoxville Sox (9-5 y 3-92), teniendo la oportunidad de ser subido a los White Sox donde lanzó en dos partidos admitiendo seis carreras en dos innings.

Su primera aparición/debut oficial, fue el 18 de agosto de ese 1974 contra los Yankees de Nueva York (en la octava con un hit, un ponche).

El 75 de nueva cuenta estaba con el Jalisco (10-12 y 2.70) y en el invierno 2-0 con los Osos de Denver de la Asociación Americana.

Cumple un sueño

En 1976 Pancho Barrios por fin alcanza un sueño: instalarse el Ligas Mayores apantallando con una velocidad superior a las 92 millas por hora.

Ese año tuvo 5-9 con tres salvamentos y 4.31. Abrió 14 partidos y de ellos seis fueron completos.

Sin embargo fue en 1977 cuando realmente vivió su mejor temporada con Medias Blancas al lograr 14-7, 4.13 y 119 ponches en 241 entradas.

Con esos 14 triunfos superaba los 12 (12-14) que Jesse Flores atesoraba desde 1943 con los Atléticos de Filadelfia como la marca para un pitcher mexicano.

Bob Lemon era su manager y que hablaba del sonorense en un momento emotivo luego de vencer a los Reales de KC 4-2 para llegar a diez triunfos al hilo y mantenerse firme en el primer lugar de su división.

Barrios había tirado su mejor juego de la temporada, para poner sus números en un excelente 9-3 con 6 hits y 10 ponches. Era su quinto juego completo de la temporada y su sexto triunfo en fila india.

Esa vez Lemon dijo: “Barrios tiene velocidad y efecto; su control ha mejorado en forma considerable. Su recta es un bombazo. Simplemente hay momentos en que el ojo más listo de la liga pierde la trayectoria del balazo. Y no es una bola que venga frente al bateador en línea recta. Viene como montada en una mariposa. Estoy feliz de tener a este sonorense a mi lado, de donde yo tengo grandes recuerdos”.

Lemon había jugado en la vieja Liga de la Costa del Pacífico.

Con los patipálidos

Cuando Pancho Barrios lanzó con los Medias Blancas de Chicago, toda la afición hermosillense estaba al tanto de sus actuaciones.

Y quizá también de todo México.

Y es que, en su estancia con los patipálidos demostró ser un pítcher de gran calidad, velocidad mínimo de 90 millas por hora, una curva “venenosa”, un buen slider y un control por demás excelente.

Realmente Pancho era todo un estelar que impresionaba sobre la loma, con temple, carácter y personalidad.

Además, en esos días tuvo un momento para la historia del béisbol de Ligas Mayores:

No hit con John “Blue Moon” Odom

Pancho tiró un “no hitter” combinado junto con John “Blue Moon” Odom, quien se contuvo 5 capítulos sobre el montículo, mientras Barrios se hizo cargo de los 4 últimos innings para vencer 2-1 como visitantes a los Atléticos.

De golpe y porrazo el hermosillense se convirtió en el primer pítcher latinoamericano en alcanzar tal proeza, aunque haya sido combinada.

Esa hazaña ocurrió en el Coliseum de Oakland el 28 de julio de 1976 y en el histórico partido participó otro mexicano, Jorge “Charolito” Orta, quien con los White Sox jugó el prado izquierdo y al bat se fue de 3-0.

Ese año, Pancho logró 5-9, tres salves y 0.82 de efectividad.

Al siguiente año tendría su año más productivo con Chicago: ganó 14 juegos, abanicó a 119, lanzó 9 juegos completos y alcanzó a tirar en 231 innings.

El 78 tuvo 9-15, con dos blanqueadas y 3.82 de efectividad en 33 apariciones. Al siguiente año registró 8-3; en 1980 en trabajo de rehabilitación de su brazo operado, fue a Appleton, de Ligas Menores, Liga de Medio Oeste (2-0) y EL Iowa, de la Asociación Americana (sin decisión).

En el 81, precisamente en el año del sensacional debut de Fernando Valenzuela, retornó a los White Sox (1-3) para despedirse de ese béisbol.

En siete temporadas, acumuló 38-38, 323 K y 3.91 de ERA en 718 innings.

Con Naranjeros

En la LMP entre el 71-72 y 81-82 tuvimos el privilegio de verlo lanzar con el equipo de sus amores, los Naranjeros de Hermosillo.

En la 75-76 logró 7-6 y 1.94 de efectividad y en febrero ayudó a los Naranjeros a conseguir el primer banderín en Series del Caribe. Y qué clase de equipo dirigió esa vez el “Cananea” Reyes.

La temporada 76-77 en 14 salidas registró 8-4, con 2.11 y 62 abanicados y fue precisamente el preámbulo de lo que iba a ser en el 77 con Chicago al convertirse en el primer lanzador mexicano en lograr 14 triunfos.

Luego, en su último gran año con Hermosillo, la 81-82, estuvo estupendo:

Tuvo 7-3 con cuatro cierres y un formidable 1.65 en carreras limpias admitidas, siendo superado en ese renglón por el campeón de efectividad de esa campaña, Mike Paul (1.32).

Trágico destino

Sin embargo, lamentablemente esa temporada fue decisiva en el destino de Pancho Barrios:

Es imposible olvidar aquel momento cuando al estar sobre la loma del “Espino”, de pronto se escuchó por todo el estadio un “tronido” sobre su hombro derecho de lanzar.

Algo grave había sucedido y en medio del temor de la gente y sus compañeros de equipo tuvo que abandonar el juego, cabizbajo, con el coraje y enojo encima… para nunca jamás volver al juego.

Ese día le había “tronado” su hombro ya operado y que parecía estar recuperado por la actuación tenida en esa campaña, dejándolo sorpresiva y momentáneamente fuera del béisbol y por supuesto que, muy en su interior, sufriendo por lo ocurrido.

Pancho no podía aceptar lo sucedido y volvió a caer en depresión.

Y todos los que le conocíamos y admirábamos, pensamos lo peor en cuanto a su iba a poder o no continuar lanzando.

Y así fue. El presagio, fue terrible: Nunca más volvió a lanzar.

Así, llegó la Semana Santa del 82 y cuando nadie se lo esperaba, recibimos la noticia de su deceso, el 9 de abril, a consecuencia de un infarto de acuerdo al reporte médico, pero provocado más que todo por la forma de vida que llevó en sus últimos años.

Los excesos malditos

Y es que desde su estancia en Chicago desafortunadamente no pudo controlar algunos excesos fuera del béisbol que le llevaron al mundo del alcohol y las drogas.

Todo se supo el 18 de agosto de 1981 cuando estaba de regreso a los White Sox luego de su operación en su hombro (25 de septiembre de 1979) y rehabilitación con dos equipos en Ligas Menores, periodo que también influyó sobremanera para hacerle consumir algo más que cervezas y alcohol.

Todo quedó al descubierto cuando en una rutina normal de revisión en un night Club, el “BBC” de Chicago, a unos agentes policiales en lugar de entregarle sus credenciales de identificación, ufff!, sacó equivocadamente a relucir una bolsita conteniendo ¡algunos gramos de cocaína!

Obviamente fue enjuiciado por falta de respeto a la autoridad y posesión de cocaína, el pago de mil dólares y fue suspendido de toda actividad con el Club Chicago.

Pancho entró a rehabilitación y todo indicaba que había dejado el vicio; además, le motivaba que los Cerveceros de Milwaukee le estuvieran invitando, lo que no se cumplió al ser sorprendido por la muerte en su hogar aquí en Hermosillo.

No cumplía todavía los 29 años de edad. (Nació en Hermosillo el 10 de junio de 1953). Se había ido, repentinamente, un gran amigo.

Cosas de la vida.

Al paso del tiempo, el 4 de noviembre de 1993, por su notable trayectoria y contribución a los Naranjeros, su No. 11 fue retirado como homenaje póstumo.

En ese momento se unió así a la eternidad de los números que utilizaron Héctor Espino (21), retirado el 29 de Noviembre de 1987; el 10 de Benjamín Reyes (08 de Noviembre de 1992); el 14 de Celerino Sánchez (24 de Noviembre de 1993); el 25 de Maximino León (23 de Enero de 2000); el 30 de Ángel Moreno (26 de Noviembre 2003); y el 6 de Sergio Robles (9 de Noviembre de 2006) y el sábado 20 de octubre de 2007 al 19 de Miguel Sotelo.

En paz descanse, Pancho Barrios.

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