Siete Párrafos: Periodista enemigo


por Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

por Rodolfo Calderón Vivar

Uno de los flancos descuidados por el presidente López Obrador es el de su mala relación con buena parte de los periodistas profesionales del país. Las abolladuras recibidas en su investidura presidencial más notables provienen de excelentes investigaciones periodísticas donde sus hijos, sus hermanos, sus funcionarios de poca honestidad o eficacia han sido exhibidos públicamente sin que el presidente pudiera meter las manos para borrar las acusaciones.

Nada hubiera perdido si se hubiera rodeado de eficaces encargados de comunicación que hubieran servido tanto para promocionar la obra del gobierno de la Cuarta Transformación como para tender puentes de acercamiento prudente con buena parte de los comunicadores del país.

Dicen que el presidente no oye consejos, pero tampoco supo seleccionar a buenos periodistas, en el ámbito de comunicación gubernamental, que le hubieran sido de utilidad para proponerle estrategias de magnificación de sus obras que no son pocas ni tampoco inservibles, como se ha generalizado gracias a la prensa enemiga.

Sin duda, su rol como comunicador oficial de su régimen en las mañaneras le ha redituado buenos dividendos. Es una especie de misa donde muchos de sus seguidores lo siguen, creyendo a pie juntillas todo los que les dice acerca de la realidad nacional. Pero fuera de ese ritual cuasireligioso, no hay mayor repercusión en la diseminación de sus ideas más allá de sus pronunciamientos instantáneos del evento donde él es el show.

Es ahí donde hubieran entrado buenos periodistas al quite, pero no, el presidente, y más bien sus principales encargados de la comunicación oficial, lejos de atraerlos, seducirlos, convertirlos y usarlos para la causa, decidieron condenarlos al papel del periodista enemigo, motejado con los más peyorativos epítetos que pudieran existir: chayoteros, serviles ante políticos ante el poder, corruptos, etc. etc. etc,

Un gobierno comandado por un político más avezado, que hubiera llegado con todo ese gran respaldo que le dió la ciudadanía en el 2018, a López Obrador, hubiera fortalecido aún más su plan de gobierno, con una buena relación con los comunicadores del país. No se hizo así. Se les trató de la peor manera posible. Ahí están las consecuencias. Me decía un gran periodista, como lo fue, Ángel Leodegario Gutiérrez: «se tiene que estar bien con los periodistas porque nosotros entramos y salimos del infierno con facilidad y por eso tenemos poder para desatar la guerra y la paz de los infiernos en nuestra relación con los políticos»

La 4T necesitaba una intensa campaña de comunicación para consolidarse y hacer crecer la aceptación a su ideología de manera constante durante el gobierno lopezobradorista. Así estaba justificada la estrategia de atracción de buenos periodistas para que se aplicaran de la mejor manera posible en el fortalecimiento del régimen. Pero se hizo todo lo contrario, los marginaron al papel de periodista enemigo, ese que por corrupto no está a la altura del gobierno de la transformación y, en efecto, los periodistas saben mucho de corrupción, tanto, que son los que mejor investigan y detectan de que pie cojean, al respecto, sus ahora gratuitos adversarios. En esas andan…

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