
Más allá de llevar con “mucho orgullo” una muestra cultural al Senado de la República o vestir finos huipiles que utilizan gobernantes, diputados y senadores, de acuerdo al foro y la audiencia, lo que necesitan y con urgencia adultos mayores, personas en edad productiva y menores, herederos de la ancestral y emblemática civilización maya que habitan en localidades alejadas de los centros urbanos, es la puesta en marcha de un programa integral que garantice una respuesta oportuna y eficaz a fin de evitar el avance de su deteriorado estado de salud por las enfermedades que padecen en diversos casos desde que son neotatos.
De acuerdo con especialistas en salud pública, las Caravanas del Bienestar y los esfuerzos que les antecedieron en sexenios pasados con diversos nombres y los mismos errores, representan apenas un granito de arena en el inmenso litoral de acciones en materia de accesibilidad y presupuesto, que se requieren para atender con resultados exitosos el quebranto de la salud de hombres y mujeres, enfermos de diabetes mellitus, anemia, depresión, entre una larga lista de males.
El caso de la población infantil de esas demarcaciones ejemplifica el rezago, la falta de voluntad política y, al mismo tiempo, el tamaño de la empresa a la que se enfrentan las autoridades de los tres niveles de gobierno si tienen verdadero interés en salvar la vida de los niños mayas: su probabilidad de morir de una enfermedad prevenibles como las infecciosas o gastrointestinales es muy alta.
De hecho, hace algunos años la Fundación Carlos Slim realizó una medición de la mortalidad de niños, el resultado fue demoledor; la probabilidad de sobrevivencia en los primeros cinco años de niños de Los Chunes, en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, era similar a los de ese lapso de vida que viven en la República de Zimbabue, ubicada en el sur de África.
También sufren otras enfermedades prevenibles que se pueden tratar de una forma muy sencilla como la anemia que no causan la muerte, pero si provoca algún rezago en el desarrollo de la persona enferma, pero no son atenidos en forma debida.
En términos generales, según los especialistas consultados, la salud de la niñez de la zona maya es mala; si un bebé se enferma la posibilidad de que pueda recibir una atención adecuada es muy baja, a pesar de los esfuerzos y estrategias de los Servicios Estatales de Salud, la distancia, la inaccesibilidad, la incapacidad de poderse comunicar en lengua maya con un médico que no la habla para explicar lo que tiene el paciente son condicionantes importantes.
