
A los ciudadanos se nos pide mucho y los que están en el poder dan muy poco. Pero, además, lo irritante es concientizar como es que hacen para llegar al poder, así de la nada, porque muchos de los que nos gobiernan o están ahí cobrando como diputados o senadores o alcaldes o gobernadores, ni siquiera tienen una carrera pública sólida a veces ni estudios confiables. Tan sólo bastó con querer estar ahí en la cúpula del poder, llegar y sentarse en una curul o un escaño o en un sillón de jefe de estado y hacer su voluntad, ponderar, decidir, hacer leyes, distribuir presupuestos, cargos y todo lo que el poder implica.
Me han preguntado: ¿Cómo se hace para ser diputado? Y yo simplemente creo que son fundamentales estos dos elementos: ser muy rico y tener el apoyo de una gran familia aparentemente funcional que fomente una industria de la política y el poder. Claro, hay casos aislados, como e l conmovedor camino de la cultura del esfuerzo que incluye desprecios, humillaciones, picada de piedra, arrastradas de lápiz, vejaciones sexuales y morales todo, para que al final, se logre obtener su anhelada parcela de poder y (tenemos algunos ejemplos) conducirse napoleónicamente con tanto dinero y servidumbre humana a su antojo.
Cada proceso electoral nos trae una sorpresa que no siempre es agradable. Después de este periodo de alternancia en el poder federal del priismo a l panismo y con e l retorno del tricolor a la presidencia de la república, el recuperado PRI se encuentra sin mucha tela de donde cortar para ofrecer al electorado veracruzano, y esto fue porque el gobernador saliente Fidel Herrera Beltrán, engolosinado y deslumbrado con e l pinche poder, nunca se ocupó de consolidar ni de fortalecer a la clase política local y a cambio de ello inyectó poder a su grupo cercanísimo de colaboradores que son quienes ahora gobiernan e l estado de Veracruz a lo largo y a lo ancho.
Pero que sucede? no hay liderazgo de partido, ni figuras públicas priistas destacadas que pudieran dar los llamados espaldarazos políticos a los endebles pero muy ambiciosos candidatos como esa imagen que vemos en los espectaculares del puerto de Veracruz de una señorita de bello rostro: Anilú Ingram que se fotografió como para telenovela y su eslogan es para que cumplamos nuestros anhelos.. Sí. Los suyos y los de los parientes de Carolina Gudiño, a quien nadie quiere, ni querrán. O e l tímido hijo del millonario empresario dantista Gerardo Poo Ulibarri, que tras heredar los negocios Contino, ahora Papi le quiere regalar la alcaldía.
Esos empresarios metidos a lo electoral a instancias de Javier Duarte, jamás se habían despeinado, ni sudado en un mitin de seccionales y ahora ahí andan con la sonrisa congelada dándose baños de pueblo acompañados de sus socielités e impolutas parejas quienes divertidas, ahora se dedicarán “ a la política “ como forma de vida, habida cuenta de que es seguro que en lo futuro podrán ser diputadas o alcaldesas, ya que usar los recursos del DIF con la gente necesitada significa votos a su favor,¿ o no es así?: Paulina Muguira, Mariana de Velasco Chedraui, Ainara Rementería, Dulce Dauzón, etc, etc..
Todos son simuladores y además muy rencorosos, que al mejor estilo de “ una cosa es e l discurso y otra es la acción” se la viven mostrando ante el electorado su mejor cara. Pero la verdad es que atrás lo que en realidad pelean son los negocios y las concesiones que les permitirán esa vida de lujos que los aleje de la mediocridad de cualquier mortal que en sus sueños ordinarios aspira – desde el mas simple fundamento ideológico de centro izquierda- a tener: una casa donde vivir , un trabajo seguro, servicios médicos adecuados ,educación para los hijos, alimentos, ropa, zapatos, y si ya es mucho pedir, servicios públicos , un paisaje urbano digno, seguridad, justicia, y porque no? un cochecito y algunos pequeños satisfactores cotidianos para la familia. Una gran mayoría del electorado no tiene eso que da espíritu al bien común, por eso agobia y cansa e l blablablá… por eso ofende tanto la riqueza inexplicable.
Y es que los candidatos, gracias a nuestro bien intencionado voto y con los enjuagues entre abyectas dirigencias partidistas, se convierten en nuestros representantes populares, y ahí desde las alturas de su perfección, casi como seres divinizados e inaccesibles , nos dejan ver como niños pegados a una vitrina, que ellos si son dueños de plazas comerciales, edificios, departamentos y mansiones de lujo , empresas transportistas, o automotrices, contratistas millonarios de Pemex o de filiales gubernamentales; se compran los mejores autos, la mejor ropa, los mejores relojes y joyas, sus viajes son maravillosos, sus relaciones son espléndidas… vamos, se consienten en grande. Los vemos aparecer y seguir saltando en el trampolín de los cargos: esponjaditos, brillosos, limpios, diferentes, chingones, mientras nosotros nos apretamos cada día mas el cinturón por flacos y desencajados.