por Rodolfo Calderón Vivar

Arrancan los prolegómenos de la lucha electoral del año 2018 y ya la dedocracia, que no la democracia, vuelva a aparecer en todo su esplendor. Al menos así sucede en el surgimiento de precandidatos de los partidos, en uno ya aplicado el método, como lo es el PRI, con el registro de José Antonio Meade, y otro, como es MORENA, cantada la candidatura de Andrés Manuel López Obradar, quedando pendiente lo que suceda en el Frente Ciudadano, y teniendo las variantes del autodedazo, que es una especie de autosatisfacción individual, en los casos de todos los que se registraron como candidatos independientes.
Es increíble como el poder de un dedo supremo logra someter a todos los dedos de las manos de los militantes de un partido político. El dedo como gran elector viene desde los tiempos bíblicos y así lo dibuja Miguel Angel, en el Renacimiento, para resaltar la naturaleza divina del dedazo como fuente de poder omnímodo concedido, por una sola voluntad, ante lo cual los demás se doblegan, gustosos y hasta con éxtasis placentero.

Ni duda cabe que con el pulgar fueron sometidos todos los aspirantes a la nominación priista para la presidencia de la república, en una acción de rechazo a sus aspiraciones, al estilo más romano que pudiera haberse replicado en estos tiempos modernos de la república mexicana. Ese dedo impidió a Miguel Ángel Osorio Chong prosiguiera en su labor de zapa paulatina para hallar un camino hacia la presidencia. Contuvo a Nuño. Enfrío a Narro. Topeteó a Videgaray.
Otro dedo, el índice, que lleva en su etimología el significado de ser el que señala, el que indica, fue el que dirigió su apunte hacia un candidato ciudadano, a modo de los nuevos tiempos del PRI que apuntan hacia una continuación del grupo político que comanda Enrique Peño, en una acción transexenal sin precedente alguno desde los tiempos de Plutarco Elías Calles. De ganar la presidencia el PRI, nuevamente, será un resultado evidentemente a Enrique Peña Nieto que, sin duda, se llevará orejas, cola y rabo, tras una corrida sexenal donde nada ni nadie pudieron tumbarle su fama y actitud de ser el mayor estratega político que no solo termina su sexenio, a tambor batiente, sino deja a su equipo al mando del sexenio que sigue. El dedo índice también sirve, ya sin señalar a nadie, para indicar en todo lo alto quien es el primero que manda.
El dedo cordial, que nada tiene de cordial en nuestras connotaciones sociales, asume una interpretación más prosaica si se
atiene uno a su significación original grosera y vulgar de la peinate, que resulta profundamente literaria, si recordamos que Gabriel García Márquez lo llegó a mostrar públicamente, en una acción de profundo desenfado icónico hacia los fotógrafos de prensa. Es el dedo que sin duda se levantó ante los huestes priistas del priismo más recalcitrante y antañoso que no pudo evitar la norma que abrió la puerta para que el próximo candidato no saliera de la militancia priista tradicional y electorera, sino del sector financiero tecnócrata, perdón, del sector ciudadano mexicano. Un dedo poco cordial que se mostró a todos los priistas, cuya disciplina fue puesta a prueba, demostrándose una vez más que ante esa señal no hay priista que no se arrugue.
El dedo anular parece no servir más que para colocar el anillo nupcial, aunque hay quienes también, de manera vulgar, afirman que sirve para limpiar todo tipo de anillos. En la antigüedad, se le conocía también con el nombre de medicinal, porque con él los médicos aplicaban los ungüentos. Ese dedo es el que precisamente fue mandado a usar el precandidato Meade ( léase Mid, para evitar juegos de palabras poco convenientes) a fin de aplicar el «sana sana colita de rana» a Miguel Angel Osorio Chong y José Narro, a fin de calmarles los ardores propios del momento, y mismo dedo que usó, inexplicable pero comprensiblemente, el propio Peña Nieto para darle su sobadita a Ivonne Ortega, con el fin de calmarle el ardor de la rebelión que quedó en eso, en puro ardor pasajero.
¿Y el dedo meñique? También conocido como auricularis en la antigüedad, porque se le utilizaba para limpiar la cerilla de las orejas, sin duda será de mucha utilidad para todo político priista que no quiera perderse ni un ápice de lo que diga su candidato ciudadano Meade, para copiarle el tono, la entonación, los conceptos, las expresiones, los apuntes, las metas, los lineamientos y su retórica personal, a fin de repetirla lo más puntualmente que se pueda en la campaña que viene. Nada más triste que un político sordo por su falta de higiene en sus orificios auriculares. Aunque claro, los hay que se fingen sordos, y ciegos y hasta mudos, por conveniencia, en tiempos electorales. De ese tamaño es su miedo ante los dedos del poderoso.
