por MARÍA GUADALUPE RICO MARTÍNEZ
El fundador y presidente de Honor del Club de Roma, el español Ricardo Díez Hochleitner, falleció la semana pasada a los 92 años. El Club de Roma, fue creado para abordar las múltiples crisis que enfrenta la humanidad y el planeta, está integrado por 100 miembros, científicos notables, economistas, líderes empresariales y ex políticos, que buscan definir soluciones integrales para los desafíos complejos e interconectados de nuestro mundo.

Dicho organismo no gubernamental creado en 1968, inquieto por la expansión económica desenfrenada encargó en 1972 al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) un estudio que dio como resultado Los límites del Crecimiento, trabajo que fue la piedra angular para el inicio de las reuniones en donde la Organización de las Naciones Unidas determinó instalar el término Desarrollo Sustentable.
Hace unos días coincidiendo con la muerte de Diez Hochleitner, el Club de Roma envío una carta a los líderes mundiales, la misiva se titula: Un planeta saludable para personas sanas.
El escrito establece una serie de ideas en las que hablan de reconocer que la Tierra enfrenta una crisis profunda, arraigada en una serie de desafíos globales interconectados. Las afecciones infecciosas emergentes (EID) como el Ébola, la gripe aviar, el SARS y ahora el coronavirus (COVID-19) causan muertes a gran escala, enfermedades y daños económicos, interrumpiendo el comercio y las redes de viaje. “Alrededor del 70% de estos males para la salud se originan en animales (principalmente de vida silvestre)”.
Y subrayan que las actividades humanas recrudecidas en las últimas décadas “como la deforestación, la expansión de tierras agrícolas, el aumento de la caza y el comercio de vida silvestre, contribuyen a la pérdida de biodiversidad”. Después de la crisis, acotan “debe acelerarse a la transición de economías resilientes, bajas en carbono y sociedades que contribuyan al cuidado de la naturaleza”.
El Club de Roma, tomando como referencia la primera investigación en 2004, publicó: Límites al crecimiento (en un mundo finito) sosteniendo que: al simular las interacciones entre el crecimiento de la población, el crecimiento industrial, la producción de alimentos y los límites de los ecosistemas, los investigadores están proponiendo diferentes trayectorias posibles para nuestra civilización. Y concluyen, -ya desde ese año- que el peor escenario, el del colapso, se está desarrollando actualmente ante nuestros ojos.
No cabe duda de que hemos transcurrido por una senda equivocada en donde hemos ignorado el equilibrio de la economía, sociedad y naturaleza, y hoy asumimos las consecuencias en un sueño iniciado en Wuhan y no termina, cobrando miles de muertes y llevando al planeta a un estado de encierro y paralización de actividades, por haber ignorado en el pasado las consecuencias de nuestros actos.
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