Por Candelaria Rodríguez Sosa

Este es el momento. Es el momento de decir cuanto he sentido y visto en el breve abrir y cerrar de ojos, en esta breve vida. En sueños y la vida real respecto a la presencia de la divinidad por decirlo de alguna manera, de la que casi no hablo, porque entre las personas ateas y agnósticas, me he considerado, pero las ocurrencias del sentir, ver, palpar, oler ha despertado ese ser espiritual que conecta la experiencia con algo más grandes que los seres. Conectar con la naturaleza, ver las dimensiones, otros planos que sería vistos por la humanidad si nos detenemos un poco, como hoy ocurre en este confinamiento, sin miedo a lo desconocido, incluso la muerte, si acaso hay miedo de partir.
El confinamiento nos regala y permite la armonía con el interior del ser, pero no lo vemos, porque nos atrapa el temor, el miedo, que es la pérdida de la fe, la fe traducida en la
“certeza de lo que se espera, la convicción de los que no se ve”. Hebreos 11:1 . Hoy, como siempre se ha dado, las experiencia por la sobrevivencia han comenzado. Han comenzado y la fe, y los designios de la vida serán para los elegidos/as.
Hablar de la presencia de la divinidad, como la conciba cada ser humano, es reconocer que creen en su mismo/a, en sus acciones, apegadas al decálogo de Solón, o la ley de las XII tablas o los Diez Mandamientos, en este momento que la humanidad esta de rodillas. Ya comienzan las anécdotas, de personas en estados críticos de su salud, que el diagnóstico cambia abruptamente, y sin explicaciones los médicos/as no conciben lo que pasó a una persona (respeto la secrecía) que hoy es sobreviviente.
Escuchar la historia me obligó a escribir sobre las muchas las vivencias que he pasado, de manera maravillosa e inexplicable.
Como a la persona, menor de edad desahuciada, en un hospital de la capital tuxtleca inesperadamente cambia su vida, y sana de manera maravillosa. Se cuenta, así lo describiré, que ella, en agonía solo esperaba transcender. Una persona vestida de blanco (médica) se acercó y habló con ella, y le dijo que sanaría y estaría bien. La familia ya esperaba el desenlace. La sorpresa fue mayúscula, se salvó.
Parecería muy simple, pero se le pregunto qué médica le habló y la fue a ver; la enferma desahuciada describió a la personas que vestida de blanco la visito en el hospital. La buscaron por todos lados pero no la encontraron.
Para quienes tienen fe, creen en la fuerza de la divinidad, es posible, no así para quienes pueden diagnosticar un breve respiro de la persona que fue dada de alta.
Inicié narrando esa breve anécdota (que serán muchas más conforme el despertar de la humanidad). He pensado y científicamente lo es, que los seres humanos, vivimos con determinados tiempos de vidas. Estaremos en este plano, el tiempo que uno/ a misma lo decida y lo planea de acuerdo a su diario vivir, es decir, dependerá de la actuación de cada ser humano la respuesta divina.
En lo personal he vivido esas presencias maravillosas. He llorado de gozo cuando se presentan, porque la divinidad y yo nos conectamos y entonces nos creemos. Los ejemplos son muchos, pero uno que recuerdo, me ocurrió en noviembre del 2007.
Proveniente de una familia pobre, numerosa, y con escasas y a veces nulas posibilidades de viajar, conocer algo de las latitudes de este maravilloso mundo, casi siempre, y digo casi siempre, porque creo que en algunas ocasiones, aflora el regionalismo, talvez creo yo, que me hizo desanclar, en los días más aciagos de mi vida, de este maravilloso estado de Chiapas.
Decidí con mucho esfuerzo, hacer mi primer viaje al extranjero, a España. Asalariada apenas si reuní para el boleto y mis gastos de estancia en Oviedo, Barcelona y Madrid durante 10 días Uff. Era el II Encuentro Internacional de Periodista con Visión de Género, en Oviedo, Asturias el 17 de noviembre del 2007.
Me costó reunir los euros que en esa época estaba a 24.50. Era un viaje sincronizado para volar de Tuxtla Gutiérrez – DF. DF- Madrid – Asturias – Oviedo. Solo recuerdo que mi tiempo programado estaba muy ordenado, pero algo pasó que el vuelo que salió de Tuxtla Gutiérrez al DF -creo a las 15·30 horas-, tenia que pasar primero a Villahermosa, Tabasco, (algo inusual, de una manera inusitada se desvió el avión bajo el argumento de carga de combustible, eso recuerdo). Yo solo pensé que mi tiempo comenzaba a agotarse, porque el desvío a Villahermosa nos restaba como una hora o más, en el subir, bajar y llegar.
Solo recuerdo, aunque busque mi boleto que difícilmente tengo, que el vuelo salía el 15 de noviembre a las 19:00 horas del DF a Madrid, algo así. Después del retraso, yo solo tenia en mi cabeza que no llegaría a tiempo a la sala. Estaba segura de que no llegaría. Y el colmo, el avión no tenia una sala destinada, y nos trasladaron en camiones,yo sudando, mi corazón se me salía, pensando lo peor. Pero fue ahí, en ese traslado donde además iba parada, cuando colgada de la barra veía insistentemente mi reloj, y movía mi cabeza y dije para mis adentros ya no llegué a abordar el avión, pues faltaban 30 minutos para que saliera el vuelo, y yo seguía arriba del autobús.¡Imposible!- Me dije.
Recuerdo muy bien, por eso, hoy, con todo lo que creo que ya esta presente, recuerdo que ese hecho, como otros más, pero este hecho como la de la médica que llego y jamás la vieron, fue exactamente igual.
Yo veía mi reloj, y sentí que alguien me observaba y levanto mi mida, un hombre vestido de blanco me sonrió y me dijo, ”vas a llegar, si te vas a ir”, y yo dije, “falta media hora, es un vuelo internacional, y todavía no llegamos ni a la sala.” Y Sonrió. Finalmente, pese a ir contra el tiempo, baje del autobús, la gente me atropellaba, voltee buscando al hombre, no lo vi, iba junto a mi, pero ya no lo vi, yo corrí, corrí cual provinciana en el inmenso aeropuerto internacional Benito Juárez, Recuerdo que estaba en el extremo de la sala internacional. Preguntando llegué, sudada, con el corazón agitado, y le dije a la joven que recogía los boletos del contratiempo que tuve, no me dijo más, solo recuerdo que en ese momento no había nadie en la fila, me tomo el boleto y entré al avión, mis compañeras de Oaxaca, Veracruz y DF me preguntaron qué a que horas llegué, yo aun no salía del asombro. Yo ya estaba sentada.
Esta es mi creencia, lo que he sentido de la esencia de la vida, el viaje era y fue un hecho, el universo conspiró para que así fuera. El universo, la divinidad, actúa de forma tan extraña. Si conocemos las reglas aeroportuarias, cada vez más estrictas, ello no hubiera sido posible. El vuelo salió puntual, ¿cómo era posible?
Cuando me refiero a un personaje hombre, vestido de blanco, aun contra mi voluntad, lo digo honestamente, es el prototipo del personaje en que se expresa esa conexión, desde la parte espiritual la divinidad como yo le llamo no tiene sexo, pero en mis presencias hasta hoy ha sido en cuerpo masculino sin que ello demerite mis convicciones feminista, porque en mis conversaciones en el silencio las cosas están claras, lo sabe.
Después de ese encuentro, ha habido muchos, presenciales y en sueños. Las manifestaciones, los encuentros son maravillosos, considero por ello, que la vida se vive aquí y ahora, y siempre por hoy. En paz y armonía. Como se aparezca, donde sea, es la luz que ilumina en el andar. Ser imagen y semejanza no es fácil pero no imposible.
Hoy la humanidad tiene la oportunidad de valorar lo que ve, siente, o sueña. Es la vida misma. Trascendemos cuantas veces lo deseamos. Es el aire, la lluvia, el sol, la luna, las nubes, el fuego, es como quieras ser. Es cualquier persona o ser en este plano energetico. Así sea.