
¿Qué tal?¿Listos para empezar las clases a distancia? El próximo lunes 24 México se embarcará en esta aventura nacional que, hipotéticamente convertirá en aula, cada casa donde haya niños y jóvenes en edad escolar y un aparato de televisión o una computadora. También traerá cambios en el rol que los padres de familia cumplen en el tiempo y modo de aprendizaje de sus hijos. Y qué decir de los maestros, apresurados a asimilar un nuevo método de enseñanza sin que se les proveyera -sobre todo en la educación pública-, de los recursos y la tecnología suficientes.
En esta etapa de la que todavía se desconoce mucho, seguramente se vivirán por parte de unos y otros tensiones, tropiezos y algunas frustraciones que, metidos cómo estarán en casa, se combinarán con las problemáticas comunes de cada hogar.
¿Cómo evitarlas? ¿Cómo crear un ambiente sereno para que los hijos puedan aprender y al mismo tiempo atender las ocupaciones cotidianas? ¿Cómo seguir en el papel de papás responsables sin transformarse en ogros exigentes o por el contrario en personas indiferentes a los quehaceres escolares?
Creo que nos puede ayudar a conseguirlo el tener en consideración todo lo que nuestros niños y jóvenes estarán perdiendo a causa de la pandemia del Covit-19 al no acudir a su escuela, a su lugar en el salón. Me referiré solo a dos:
1.- El juego de grupo.
Esa actividad es muy importante porque facilita el proceso de socialización con más fuerza incluso que las actividades de clase. Aparecen en él las primeras reglas ajenas a los mayores. Representan un compromiso entre la afirmación individual y la necesidad de no romper con el grupo, al que trata de apoyar con su aportación e incluso alentar cuando está en desventaja. Esa experiencia les ha quedado coartada.
2.- La autonomía escolar.
En la normalidad hasta hace cinco meses, el niño aprende en la escuela a desligarse hasta cierto punto de los mayores, lo que le permite al crecer llegar a ser una persona independiente. Paulatinamente se independiza en la preparación de sus tareas. Primero lo hace con ayuda del profesor, después con la de los compañeros y luego individualmente. Esa evolución, en numerosos casos, parará ahora esperemos que solo temporalmente.
El juego en grupo y la autonomía escolar, procesos de aprendizaje podríamos decir tan naturales, han sido alterados a causa de las circunstancias que estamos viviendo y cuya magnitud ni duración imaginamos al principio. Y de ellos, de esa convivencia aleccionadora carecerán entre otras cosas nuestros estudiantes cuando menos durante la primera mitad de este ciclo escolar.
Por ello es primordial que a esas carencias formativas inevitables, no agreguemos un clima de irritación en el hogar. No es con cocotazos, la chancla o el cinturón que facilitaremos el aprendizaje y haremos bien la labor de asistente del maestro. No aprenderán mejor los muchachos con abandono y decidía de los padres, pero tampoco a gritos o empujones, ni con ofensas.
Pienso que mantener a los estudiantes atentos a la clase por televisión será de por sí un reto superlativo para padres y maestros en tanto que para las autoridades de educación el garantizar un año escolar productivo y exitoso, una verdadera prueba de fuego.
Así que, a la escuela, sin escuela.
Hasta pronto.
ALGO QUE GANAN TODOS LOS ESTUDIANTES, AL NO IR A LA ESCUELA, ES PADECER EL ACOSO O BULLYING. LAS CLASES POR TELEVISIÓN ESTÁN EXENTAS DE ESTE VERGONZOSO FENÓMENO.
https://www.guiainfantil.com/educacion/escuela/acosoescolar/index.htm
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