Por María Elvira Santamaría Hernández

Avanza en Mexico la destrucción de los incipientes procesos y órganos democráticos. AMLO se dirige de frente a destruir al INE y al TEPJF, a los que acusa de ser fraudulentos. La paradoja es que son los mismos que avalaron su triunfo y los de la mayoría obtenida por Morena en la Cámara de Diputados y la más de una decena de gubernaturas en el país. Lo que llevaría a inferir entonces que su victoria tanto como las de sus correligionarios fueron producto del fraude.
Y mientras el presidente López Obrador lo hace apoyado en sus tentáculos legislativos y judiciales así como en sus huestes (unas maliciosas, ambiciosas y cómplices junto con otras genuinamente creyentes en un ideario transformador), entretiene a los medios de comunicación y a sus lectores, oyentes y televidentes a través de la repetición incesante en noticieros y redes, de sus recursos demagógicos, hasta de los más inútiles, como ese de enumerar una lista de supuestos posibles candidatos a la presidencia de los partidos opositores al suyo, Morena.
Y para esa faramalla, el mandatario de este país cada vez más apoyado en los militares y aún así agobiado por grupos criminales apoderados de regiones enteras del territorio nacional, con récord de 135 mil asesinados en cuatro años de su gobierno, con la inflación cercana al 9%, con medio millón de tumbas por el equivocado manejo de la dizque “domada” en 2020 pandemia del Covit 19, con evidente mediocridad y fracaso en materia de educación y salud respectivamente, encabezando un gobierno desnudado con todas sus flaquezas y corrupciones por las revelaciones del hackeo ‘Guacamaya’; con todos esos gravísimos problemas, el preocupadísimo “Jefe Supremo de las fuerzas Armadas” ocupa sus horas de reflexión, los tiempos oficiales, el templete en Palacio Nacional y la atención de los medios de comunicación en hacer listas de precandidatos opositores. ¿Para eso le pagamos Presidente? ¿Para ponerse a destapar “Corcholatas”?