HISTORIA DE LOS LANCEROS DE VERACRUZ Y SU CUARTEL EN LA ANTIGUA

el

por Mario Jesús Gaspar Cobarrubias, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana


Texto/Imagen:
L.C.C. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias *

La defensa de la costa veracruzana durante los tres siglos de gobierno virreinal recayó no solo en las fortificaciones como San Juan de Ulúa, los baluartes de la Nueva Veracruz y las diversas baterías de cañones construidas en las puntas costeras de Coatzacoalcos, Alvarado, Antón Lizardo, Mocambo, Hornos y Punta Gorda, pues estas constituían un dispositivo fijo que debía complementarse con tropas móviles. Estas, a su vez, debían ser nativas de la insalubre región, estar aclimatadas, disponer de sus propios caballos y armas, conocer lo mejor posible la región en que operarían y responder ante la autoridad española.

Desde 1550 se forman las primeras milicias provinciales con pardos y morenos libres, en 1599 se integran las primeras compañías de lanceros. Siglos más tarde, la captura del puerto de La Habana por la flota inglesa en 1762, pone en alarma completa a la corona española, pues este hecho revela, entre otras muchas cosas, la incapacidad del real ejército por proteger territorios tan extensos, aun estando fortificados. Así pues, se instaura el servicio militar profesional y a partir de noviembre de 1764 llegan a Veracruz nuevos ingenieros y regimientos de infantería que se agregan a las compañías ya existentes y milicias costeñas, aumentando gradualmente sus efectivos en las décadas siguientes.

Una de esas milicias provinciales que mayor éxito tuvo, fue el batallón de los Lanceros de Veracruz. Los antecedentes de este cuerpo de caballería se remontan a la aplicación de la real cédula emitida por el rey Felipe III el 30 de noviembre de 1599 ordenando la creación de milicias para las ciudades, integrando a los vecinos. Por ello, se ordenó hacer alardes o revistas tres veces al año para contar a los hombres, armas y caballos de que se podía disponer.

También las milicias surgen por la necesidad española de combatir a los bandoleros cimarrones en su propio terreno y establecer una vigilancia policíaca urbana y rural; así como a la precaución de no integrar contingentes de indígenas armados que podrían rebelarse ante una población española aun sensiblemente minoritaria.

Los lanceros eran unidades de caballería cuya arma principal era una lanza de cerca de 3 metros de largo. Cargaban contra el enemigo en escuadrón compacto sin romper filas y dando el mayor alcance de la lanza sobre las bayonetas, podían romper cuadros de infantería. La caballería en el siglo XVIII se dividía en estas categorías:

Caballería/Dragones (término genérico para todos los jinetes)

  1. Caballería ligera -Lanceros (lanza) -Carabineros (carabina) -Cazadores (pistola y sable) – Presidiales (lanzas).
  2. Caballería Pesada -Coraceros (coraza, pistola y sable) -Húsares (carabina, pistola, lanza y sable).

Aunque desde la Edad Antigua (3000 a.C.-476 d.C.) han existido cuerpos de combatientes a caballo armados con lanzas, esta arma ya estaba superada en el siglo XVIII por el desarrollo ininterrumpido de los cañones, mosquetes y pistolas desde el siglo XII. Por lo que el concepto europeo moderno del lancero se remonta a los combatientes polacos, quienes complementaban su arsenal con un sable, dos pistolas y una carabina. En caso de quedar desmontados, podían integrarse enseguida a la batalla como soldados de infantería.

En la Nueva España, y particularmente en el accidentado terreno veracruzano, el poseer un caballo y armas propias daban extraordinaria movilidad a los propietarios de ranchos y haciendas, que aunado a su conocimiento del terreno, les hacían temibles adversarios y excelentes exploradores para el ejército regular. La lanza no solo servía como elemento de choque, sino como arma punzante con gran variedad de usos, irresistible durante una persecución. Por lo que no fue extraño que durante la revolución, llamada posteriormente Guerra de Independencia (1810-1821), en las haciendas se armaran grupos de lanceros comandados por sus propietarios o dependientes y se sumaran a las fuerzas regulares del rey.

Pese a su caducidad ante las bocas de fuego, el uso de la lanza perduró hasta la década de 1940, siendo los regimientos de caballería polaca al inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) los últimos en usarla en cantidad. Las armas de repetición en el disparo y sobre todo, la invención de la ametralladora en 1862, sentenciaron a muerte las heroicas pero suicidas cargas de caballería. La última que se conoce en México, sucedió el 8 de mayo de 1920 en los llanos de Apizaco, Tlaxcala, protagonizada por los dragones del Regimiento General Ignacio Allende defendiendo al presidente Venustiano Carranza, del ataque de las fuerzas insurrectas al mando del General Álvaro Obregón.

MILICIA PROVINCIAL DE CABALLERÍA

No se ha conservado la fecha exacta de creación de la milicia provincial de Lanceros de Veracruz, pero aparecen registrados en el informe titulado ESTADO QUE MANIFIESTA EN QUE SE HALLAN LOS CUERPOS DE INFANTERÍA, DRAGONES Y COMPAÑÍAS SUELTAS QUE HAY EN EL REINO DE LA NUEVA ESPAÑA con fecha del 7 de septiembre de 1758, en la categoría de unidades de milicia no urbanas, junto con dos compañías de pardos y morenos de Veracruz. Al detallar las fuerzas que se organizaron para la defensa de la costa en previsión de una invasión inglesa durante la Guerra de Siete Años (1756-1763), por el virrey Joaquín Juan de Montserrat y Cruilles entre 1764 y 1765, el historiador Manuel Rivera Cambas señala una fecha diferente en su obra HISTORIA ANTIGUA Y MODERNA DE JALAPA Y DE LAS REVOLUCIONES DEL ESTADO DE VERACRUZ publicada en 1869:

“Además, para las costas del Norte y del Sur fueron creadas diez y ocho compañías de pardos libres en 1777, en las cuales se contaban los lanceros de Veracruz de los que hablaremos adelante.”

Después, escribe que:

“La falta de población en las costas, dió motivo de diversos proyectos, que les fueron propuestos á los virreyes para cubrir las bajas del cuerpo de caballería Lanceros de Veracruz, creado en 1767, compuesto de siete escuadras, cuya fuerza total ascendió nominalmente en 1806 a mil hombres, siendo entonces su comandante el teniente coronel D. José Manuel Panes.”

Otras razones fueron el aumento de esclavos cimarrones cerca de la Nueva Veracruz, consecuencia de la aplicación de reformas económicas que aumentaban significativamente el número de esclavos negros.

Para 1799 ya tenían 1 000 milicianos divididos en siete escuadras que habitaban afuera de la ciudad y 140 ranchos, la mayoría en el mayorazgo de Santa Fe, sembrando maíz, plátano, calabaza y frijol cuando no estaban en servicio. Su composición viene detallada en el volumen 47 del Indiferente de Guerra del año 1799 (Archivo General de la Nación):

Primera escuadra: 100 hombres situados a extramuros de la ciudad, en el campo próximo a la iglesia del Cristo del Buen Viaje (1 alférez, 2 sargentos, 1 tambor, 4 cabos y 93 jinetes rasos). Informa Rivera Cambas que esta escuadra tomaba los reemplazos que necesitaba, en el distrito comprendido desde Veracruz y la Tejería hasta Paso Tolome y Acazónica, abarcando la zona poblada entre los ríos de San Juan y la Antigua.

Segunda escuadra: 150 hombres en la villa de Medellín (1 capitán, 1 alférez, 2 sargentos, 1 tambor, 4 cabos y 143 jinetes rasos). Sus efectivos provenían de las poblaciones situadas desde Boca del Rio hasta Ia laguna de Mandinga y Mata do Pita, comprendiendo a los pueblos de Medellín y Xamapa.

Tercera escuadra: 150 hombres en Xamapa (1 teniente, 1 alférez, 2 sargentos, 1 tambor, 4 cabos y 143 jinetes rasos). Tenia asignado el espacio circunscrito por Xamapa y Cotaxtla hasta cerca de Huatusco, pasando por la Aguardientería, y colindando con la Primera Escuadra por medio del río San Juan.

Cuarta escuadra: 150 hombres en Tlalixcoyan (1 capitán, 1 alférez, 2 sargentos, 1 tambor, 4 cabos y 143 jinetes rasos). Sus hombres custodiaban el territorio que se extiende desde Joluca hasta Moyota, comprendiendo el pueblo de Tlalixcoyan.

Quinta escuadra: 150 hombres en Estanzuela (1 capitán, 1 alférez, 2 sargentos, 1 tambor, 4 cabos y 143 jinetes rasos). Esta tropa tenia la vigilancia más occidental de la división central de las costas veracruzanas, comprendía las rancherías de Concepción, Santa Rita y Mata la India, teniendo por cabecera el pueblo de la Estanzuela.

Sexta escuadra: 150 hombres en Veracruz La Antigua (1 capitán, 1 alférez, 2 sargentos, 1 tambor, 4 cabos y 143 jinetes rasos). Tomaba sus reemplazos de La Antigua y San Carlos, y de las rancherías situadas hasta Santa Rosa, Paso Naranjo, La Laja, Pueblo Viejo, Rinconada, Paso Gallina y Carretas, entre otras muchas otras.

Séptima escuadra: 150 hombres en Actopan (1 teniente, 1 alférez, 2 sargentos, 1 tambor, 4 cabos y 143 jinetes rasos). Les estaban asignadas las poblaciones que cubren el largo espacio que hay desde Tortugas hasta Plan del Río y Cerro Gordo.

Esta distribución está reflejada fielmente en el MAPA CHOROGRAFICO DEL TERRITORIO QUE ABRAZA LA DEMARCACION DEL CUERPO DE CAVALLERIA DE LANCEROS DE VERACRUZ que envía el comandante de lanceros, Nicolás de Monteagudo, al virrey Juan José de Azanza el 31 de enero de 1799 y para su aprobación. Este mapa indica los sitios donde hay un pueblo que es cabecera para la compañía o escuadra ahí alojada (como La Antigua), donde está una hacienda (como Buena Vista), un pueblo común (como Santiago Guatuzco) o un rancho (como Ventorrillos).

En 1810, con un millar de efectivos constituían el mayor de los cinco regimientos de caballería provincial en la Nueva España, aunque dispersos en un área geográfica muy grande. Abajo de ellos, estaban los regimientos de Querétaro y del Príncipe, estacionados en El Bajío con 367 hombres cada uno, además de los de Puebla, San Luis y San Carlos. Otras fuerzas existentes eran la caballería de Sierra Gorda, los dragones de San Luis, Colotlan y los del Nuevo Santander.

Se menciona la existencia de este cuerpo en la relación que don Carlos María de Bustamante hace de las fuerzas armadas del virreinato en 1816 en su obra CUADRO HISTÓRICO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA. Los Lanceros de Veracruz combatieron contra los insurgentes estando clasificados como fuerza de caballería ligera provincial.

UNIFORMES Y FUNCIONES

Inicialmente estaban uniformados según las exigencias del clima: con pieles de venado, fresco, liviano y resistente a los golpes, muy acertado para las inclemencias de la región. Sin embargo, el Inspector de Caballería Francisco Douché, tras una revisión propuso un nuevo vestuario, más a la moda europea que a lo que el clima exigía. En 1769 se les impuso una casaca azul, aunque forrada de lienzo blanco por lo ardiente del clima, eliminando de las ordenanzas las pieles de venado.

Armados con fusil o carabina, pistolas, sables, lanzas y montados en sus propios caballos, los integrantes de este cuerpo desempeñaban las siguientes funciones:

  1. Perseguían a los bandidos, protegiendo las haciendas y fincas.
  2. Patrullaban la costa en tiempos de guerra.
  3. En tiempos de paz hacían labores de escolta a los forzados destinados a las obras públicas, correos, bienes y funcionarios del gobierno.
  4. Apresaban a los contrabandistas, desertores o de negros huidos.
  5. También eran guarda-fronteras que aseguraban el control de los caminos reales y en caso de guerra, la primera línea de la defensa militar.
  6. Servían como guardias de los virreyes, acompañándolos en ocasiones y ceremonias excepcionales. Lo normal es que escoltaran al virrey a su paso entre la Nueva Veracruz y Puebla.
  7. En forma general las milicias debían preservar el orden en su región. Lo mantenían por medio de patrullas o la simple observación de los vecinos. Ante un peligro común, como bandoleros, piratas o una revuelta, daban la alarma y formaban el cuerpo, integrándose en un punto conocido.
  8. En otros casos, bajo la solicitud del alcalde o cacique, se formaban y marchaban a poner el orden. Debían aportar sus propias armas, cabalgaduras y uniformes. Estos podían ser aportados por un personaje acaudalado de la región, con lo cual podía obtener un alto cargo que le permitía portar uniformes e insignias, distinguiéndole en la sociedad monárquica de la época.
  9. En el aspecto militar estaban obligados a una asamblea por lo menos una vez al año, donde tomaban lecciones para conocer los rudimentos de la disciplina militar, además de pasar revista a las armas y enseres necesarios. En algunas ocasiones estas asambleas eran supervisadas por personal militar veterano, quien instruía la tropa y a la oficialía.

En su mayoría eran terratenientes, la élite de la provincia, como la caballería villana de la Castilla Medieval. Igual que el ejército territorial, se organizaban bajo oficiales peninsulares. Eran los milicianos de más prestigio y solera del Virreinato de Nueva España. Según el Censo Militar de 1793, sus miembros pertenecían a las castas sociales de blancos, mestizos, pardos y morenos libres.

Su principal valor como fuerza armada radicaba en que estaban acostumbrados al clima y enfermedades de la costa veracruzana, podían trabajar en una zona que resultaba difícil y hasta mortal para las personas provenientes de otras zonas del virreinato y de Europa.

Se entrenaban por su cuenta en la caza, utilizando la media libra de pólvora y municiones que se les proporcionó a iniciativa del ingeniero Matías de Armona a partir de 1781. Tras constatar su alto grado de autonomía y rebeldía a las ordenanzas, así como su apego a la defensa de sus familias, tierras y ganados, que a su vez proporcionaban alimentos a la Nueva Veracruz y otras poblaciones, por lo que convenía no exasperarles.

Armona determinó también abandonar el uso de manuales de instrucción, no acuartelarles pues la idea del servicio militar era altamente aborrecible, y solo reunirlos en días de fiestas, a fin de no incomodarles; pues ante la inexistencia de grandes ejércitos regulares -que representaban un gran costo a la Real Hacienda-, la defensa novohispana dependía mucho de estos jinetes y sus capacidades como exploradores, guías, cazadores expertos por desenvolverse en el mismo terreno donde vivían.

DOS PRIVILEGIOS DECISIVOS

También se les concedió desde el reinado de Felipe V (1700-1746) el privilegio del fuero militar y el no pagar oficialmente tributos a cambio de jurar lealtad al rey y cuidar sus dominios en peligro. Estos privilegios fueron instituidos intencionalmente para atraerlos al reclutamiento.

El más codiciado era el fuero militar, pues sus poseedores quedaban sustraídos del derecho civil para ciertas cosas que le son naturales como, por ejemplo, matar a otra persona, apropiarse de bienes, restringir la circulación y poseer armas. Por lo que sus acciones solo pueden ser enjuiciadas bajo el derecho militar y bajo las leyes que lo regulan. Este privilegio era dado a los integrantes de la milicia pero solo durante su servicio, Sin embargo, muchos lo tomaban como un derecho permanente, lo que en muchas ocasiones creó problemas entre las autoridades civiles y militares, ya que los milicianos amparaban acciones criminales en el fuero de guerra. Por esta razón, la Real Orden del 4 de febrero de 1778 reglamentó su pertenencia a la jurisdicción castrense solo mientras estuviesen en campaña.

Participar en la milicia obligaba a los milicianos a distraerse de sus ocupaciones económicas habituales, por lo que era muy utilizado como excusa para no cumplir con el servicio, ya que al no trabajar y no recibir un salario por su servicio, no podían pagar los impuestos que debían cubrir ni en muchos casos alimentar a sus familias. Esto obligó al gobierno a emitir reglas para exceptuar del pago de impuestos y alcabalas a los integrantes de las milicias durante el tiempo de su servicio. Pero como solo producían cuando estaban fuera de él, el gobierno virreinal debió exceptuarlos todo el tiempo que pertenecieran a la milicia, estuvieran o no de servicio, e incluso como recompensa luego de dejar el servicio.

Este privilegio creó un problema, ya que pueblos enteros estaban enrolados en la milicia por lo que dejaban de pagar los impuestos necesarios para el gobierno, por lo que el gobierno organizó a varios pueblos como milicias dejando a muchas otras fuera del servicio, sobre todo en la zona costera donde las milicias de pardos podían dar un mejor servicio al rey que el ejército regular. El privilegio era dejado patente por los milicianos mediante algún distintivo. Si este era encontrado en una persona ajena al servicio podía ser duramente castigado.

Además, en tiempos de guerra, los gastos generales del cuerpo eran a costas del erario público, por lo que pueblos, ranchos y haciendas debían proporcionarles medios para sus funciones, tales como forrajes, alimentos, caballos, soldados, etc.

Tal era su importancia como defensores de las costas y caminos, que en 1799 al ser conminados por don Mateo Antonio de Zárate, dueño del Mayorazgo de Santa Fe, a que abandonaran sus ranchos, los lanceros acudieron con el gobernador de Veracruz. Éste, por instrucciones reales y en reconocimiento a sus muchos años de servicios prestados en la tanto en la paz como en la guerra, falló a favor de ellos otorgándoles el reconocimiento de propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupaban.

EL CONCEPTO DE CUARTEL MILITAR

Las características del edificio corresponden a la arquitectura militar de principios del siglo XIX pero muy desarrollada en el siglo XVIII en Europa y América, paralelamente a la fortificación abaluartada, polvorines, hospitales y baterías de cañones. Su tipología es la de cuarteles militares. En su obra GLOSARIO ILUSTRADO DE TÉRMINOS DEL PATRIMONIO MILITAR publicada en 2000, la licenciada en historia del arte Tamara Blanes Martin (Universidad de La Habana), define que es un CUARTEL:

“Alojamiento de los oficiales y la tropa colocado en una de las bóvedas de la fortaleza o en otro tipo de construcción más ligera situada en la plaza de armas. A partir del siglo XIX el cuartel comienza a tener relevancia como obra independiente y su tipología se caracteriza por su amplitud y solidez. En América se utiliza para la artillería, caballería e infantería.”

El cuartel es la expresión material del concepto de ejército permanente de base nacional, que evolucionó desde el siglo XVII y se asentó firmemente en el XVIII, unido a la creación del Real Cuerpo de Ingenieros en 1711. Fue la solución oficial para alojar apropiadamente a un grupo numeroso de hombres armados, sin sobrecargar la economía de los pueblos y ciudades, además de alterar su paz pública, alojando a los oficiales y soldados en casas particulares, mesones y edificios abandonados. Por ello, se trataba de edificios especializados que guardaban características arquitectónicas básicas en común y a veces solo se diferenciaban por el tamaño y la ornamentación. Se desarrollaron dos grandes tipos de cuarteles en Francia y España, que describe José Antonio Sebastián Maestre en su PLANIMETRÍA DEL CUARTEL ESPAÑOL DEL SIGLO XIX publicado en 1992:

“El primer tipo conocido, tanto en España como en la mayoría de los países europeos, se debe al mariscal francés Vauban, quien construyó acuartelamientos aprovechando antiguas construcciones en las murallas. Se trataba de unos edificios longitudinales recorridos por un muro medianero y por una serie de tabiques transversales. Los cuales originaban aposentos en los que se agrupaban de diez a doce soldados, en comunicación con la calle mediante una escalera que servía para cada cuatro habitaciones. En los extremos de estos se situaban los pabellones de oficiales: y las cuadras en espacios independientes.

El segundo modelo, propuesto por Bernard Forest de Bélidor, tendrá validez hasta mediados del siglo XIX, innovando el cuartel de Vauban. Agrupaba cuatro cuerpos, igual a los anteriores, en tomo a un patio central para facilitar luz a las habitaciones y lugar de ejercicios para la tropa. Se trataba de edificios urbanos especialmente apropiados para el tiempo de paz y no sólo de guerra. El nuevo tipo de cuartel planteado por Bélidor contó con la aprobación del propio Vauban.

Respecto a la legislación correspondiente a este período. en relación a los cuarteles. hay dos Reglamentos de suma importancia redactados en el año 1718: uno de ellos aprobado el 8 de Abril. fue mandado redactar por el monarca al Ingeniero General de sus Ejércitos, Jorge Próspero Verbom. A este Reglamento. conocido como el «Proyecto General Impreso». acompaña un plano; ambos se mandan distribuir por todas las provincias para que los cuarteles de nueva planta que en ellas se hagan se ajusten a este modelo. El 7 de Abril se redacta el segundo de ellos, un Real Reglamento «Para establecer cuarteles en España, Islas y Presidios, correspondientes al alojamiento de la Infantería, Caballería, Y Dragones»; en el que se da noticia de la labor que ha de desempeñar el ingeniero dentro del proceso de construcción de estos edificios.

También se deja en él reglamentada la competencia profesional, los requisitos de los proyectos y las reglas de actuación de los ingenieros. Estos dos Reglamentos determinaron tanto el tipo de construcción cuartelaria a realizar como la función y el desenvolvimiento del ingeniero militar en su profesión; y en consecuencia la importancia de esta institución.”

Hacia 1740 los proyectos para edificar cuarteles militares fueron uno de las temáticas más frecuentes en los ingenieros militares españoles. Pese a sus esfuerzos por hacerlos cómodamente habitables para la tropa, hay que destacar que la repugnancia que tenían los Lanceros de Veracruz a la vida de cuartel estaba bien justificada, como señala José Omar Moncada Maya, del Instituto de Geografía UNAM en México, en su ponencia EL CUARTEL COMO VIVIENDA COLECTIVA EN ESPAÑA Y SUS POSESIONES DURANTE EL SIGLO XVIII:

“La vida en los cuarteles, en cualquier caso, no era sencilla ni fácil. Existían claras diferencias entre las condiciones de vida de los soldados y los oficiales, y aun entre los propios soldados. Así, por ejemplo, a los cadetes o soldados distinguidos o de primera, «no se les permitía familiaridad con la tropa y solo debía tener tratos con los oficiales, aunque debía obediencia a los cabos y sargentos. Con estos últimos compartía rancho aparte… tanto unos como otros, dormían en habitación separada o pernoctaban fuera del cuartel en casa de su familia, en caso de que ésta residiera en la misma localidad». Pero en el caso de habitar en el cuartel, las condiciones eran realmente difíciles. En el último tercio del siglo, solo existía una cama para cada dos soldados, que se turnaban para su uso; además, en el dormitorio, por cada 20 soldados, había una mesa, dos bancos, un baúl, una jofaina y una lámpara de aceite. Hasta 1766, se le daba una única comida a la tropa. Ello lo señalaba el inspector de infantería:

De veinte años a esta parte ha subido tanto el precio de los comestibles, que en los años en que más abundan las cosechas, come infelizmente el soldado: dos onzas de tocino, cuatro de arroz, o el equivalente en menestras, algunos menudos o despojos en lugar de tocino, es todo su sustento al mediodía.

Como consecuencia de informe de O’Reilly, se incrementó el prest de la tropa, lo que permitió darle dos comidas diarias, aunque su alimento principal era el pan:

Minuta 1:

Tocino 60 gramos. Arroz 120 gramos. Pan 700 gramos.

Minuta 2:

Menestra 60 gramos. Despojos 120 gramos. Pan 700 gramos.
La vida al interior de los cuarteles era bastante monótona. Dado que los soldados estaban casi siempre en servicio, debido a la falta de efectivos, tenía poco momentos de ocio. Sus momentos de descanso correspondían «a las horas que mediaban entre la lista de la tarde y la retreta. Durante ellas y después del rosario, cuyo rezo era obligatorio en los cuarteles, el soldado podía pasear fuera del cuartel. Era relativamente común que los soldados ejercieran en esos momentos algún oficio artesanal, para ganarse unas monedas que complementaras sus exiguos ingresos.”

Este último aspecto de ingresos económicos, lo practicaban extensamente los milicianos que residían a extramuros, dedicándose a la agricultura o a oficios artesanales en los tiempos libres de guardias.

En el territorio veracruzano destacan los cuarteles militares de infantería y caballería construidos en las poblaciones principales de Nueva Veracruz, Xalapa, Perote y el de La Antigua queda como ejemplo de los edificados en las poblaciones pequeñas con menos de 1 000 habitantes. El más grande fue el gran complejo en la Nueva Veracruz que podía alojar a 3 batallones de infantería, 1 escuadrón de dragones y 500 forzados en la galera, abarcando dos grandes cuadras enteras integrado a la muralla sureste durante su existencia entre 1792 y 1945.

EL CUARTEL EN LA ANTIGUA

La Sexta Escuadra con 150 hombres situados en La Antigua, cubría no solo esta población, sino también las haciendas de Paso de las Varas que tenia 35 habitantes, La Ventilla con 119, La Rinconada con 147, la del Farallón con 7 y 27 rancherías más, habitadas por 330 españoles, 739 mestizos y 1187 pardos y morenos.

Debido a la enorme extensión geográfica de sus deberes, que incluían el camino real Veracruz-México por la ruta de Xalapa-Perote pasando por La Antigua, y a la gran alerta por el nuevo estado de guerra con Inglaterra debido al rompimiento del Tratado de Amiens en 1803, los Lanceros de Veracruz se movilizaron junto a grandes fuerzas procedentes de diversas regiones del virreinato.

Se tiene constancia en diversos planos de proyectos para unir al pueblo de La Antigua con la orilla opuesta a la altura de la confluencia del río San Juan con un gran puente de barcas, de la referencia a unos cuarteles de caballería divididos en cuatro secciones, atrás de la parroquia del Cristo del Buen Viaje, casi en la misma ubicación que los actuales pero coincidiendo con el camino que desde el puente llevaría al centro del pueblo.

El plano se enfoca al puente y no específica si tales cuarteles ya existían o eran parte del proyecto a construir como complemento del puente. Si ya existían o se hicieron años después, es de presumirse que se trataba de barracones de madera con techo de palma -adecuadas al clima tórrido- y no de obras de mampostería.

Uno de esos proyectos que señaliza los cuarteles por su nombre, es el PLANO DE PARTE DE EL LUGAR DE LA ANTIGUA, CINCO LEGUAS DE LA PLAZA DE VERACRUZ DONDE SE MANIFIESTA PONER UN UN PUENTE, cuyo autor fue el ingeniero militar Agustín López de la Cámara Alta, posiblemente hacia 1762.

Por lo estratégico del área que custodiaban desde décadas antes combatiendo a los bandidos y contrabandistas marítimos, se tomó la decisión de construirles un cuartel de caballería permanente y mejor diseñado, cuyo plano fue trazado en 1803 por el ingeniero militar Manuel Agustín Mascaró en el documento titulado PLANTA Y ELEVACIÓN DEL CUARTEL EN ANTIGUA VERACRUZ, mismo que se halla actualmente en el Archivo General de la Nación.

El ingeniero Mascaró nació en 1747 en la ciudad de Barcelona e ingresa en 1766 a la Academia de Matemáticas de la misma ciudad, egresando en 1769 como subteniente de infantería y ayudante de ingeniero. Tras prestar servicios en Figueras, Orán, Barcelona, Cartagena, en 1776 asciende a ingeniero extraordinario. En 1778 desembarca en Veracruz. Desarrolló una gran actividad en el trazo de planos en la Ciudad de México, así como en la nueva población del Real de Minas de El Oro. Su obra magna fue el proyecto y hechura del camino real de México a Toluca, de 1791 a 1795, como primer director. A partir de este último año trabajó extensamente en el territorio veracruzano, alcanzando el grado de coronel en 1804, en que solicitó su relevo pero al no efectuarse, se mantuvo tres años más.

En 1808 trabajó en restauración y construyendo un aljibe en la fortaleza de San Diego, Acapulco. Mermada su salud, regresó a la Nueva Veracruz y fue nombrado brigadier subinspector de ingenieros en 1809, de este año datan sus últimos trabajos en Nueva España. Se considera, ante la falta de referencias firmes en los archivos del Real Cuerpo de Ingenieros, que entre 1810 y 1812 regresó a Barcelona y fue se le distinguió con el ascenso al grado de sargento mayor agregado al Regimiento de Infantería de Baza y sargento mayor de Infantería de los Leales Marquesados, uniéndose a la lucha contra los ejércitos napoleónicos. Falleció en su ciudad natal hacia 1818.

El ingeniero Mascaró edificó también otros tres cuarteles militares: el de Milicias en Veracruz (1798), el de alojamiento de tropas en Xalapa (1803) y la llamada Galería de Guano (palma) para la Primera Escuadra de los Lanceros de Veracruz a extramuros (1805).
El edificio actual, contrario a la tradición oral del pueblo de La Antigua, a lo que se publica en muchos sitios de internet o mencionan el gobierno del Estado de Veracruz y muchos guías de turistas, no fue caballeriza de Hernán Cortés, ni edificado en el siglo XVII ni obra de Antonio López de Santa Anna: la estructura corresponde casi integramente a la proyectada en los planos del ingeniero Mascaró en 1803 y fue construida antes del inicio de la Guerra de Independencia.

En 1815 se efectúo la victoriosa campaña militar del brigadier Fernando Miyares y Mancebo, para expulsar a los insurgentes del camino real entre Perote, Xalapa y Veracruz. El 8 y 13 de diciembre captura los fortines insurgentes en Puente del Rey y el río La Antigua, abandonados por los líderes Guadalupe Victoria y el Chino Claudio respectivamente. Es recompensado con el puesto de gobernador interino de la Nueva Veracruz y encargó un informe detallado del estado de defensa de la ciudad y zonas aledañas al teniente-coronel de ingenieros Juan Camargo. La RELACIÓN CIRCUNSTANCIADA DEL ESTADO DE LAS FORTIFICACIONES EXISTENTES EN LA PLAZA DE VERACRUZ, SUS COSTAS Y REAL FUERZA DE SAN JUAN DE ULÚA EN FIN DEL AÑO DE 1815 es entregada por Camargo el 1 de enero de 1816. Al describir las estructuras militares en la costa a barlovento de la ciudad, menciona que:

“Costa de Barlovento de la plaza de Veracruz. En toda esta costa no hay abrigo ni cala de consideración para embarcaciones mayores, pero desde el baluarte de Concepción a Punta Gorda, que dista poco más de media legua, se forma una ensenada toda [de] playa corrida, donde pueden hacer desembarco con lanchas cualquiera número de gente con inmediaciones al recinto de la plaza. En el centro de la referida distancia, cuyo terreno llaman Vergara, estaba un barracón con destino al cuerpo de guardia de dragones y lanceros que patrullaban la costa. Desde la dicha plaza de Veracruz al pueblo y río de La Antigua hay 5 leguas de playa; la barra de este río es variable, no pudiendo entrar por ella más que piraguas de 12 a 14 toneladas. En el pueblo dicho se construyó de cal y canto un cuartel para la tropa de lanceros que allí asistía en tiempo de paz y en el de guerra con sus separaciones correspondientes, capaz para 70 hombres con sus caballos.”

El cuartel que el ingeniero Mascaró diseñó para los Lanceros de Veracruz en La Antigua -hoy conocido como Cuartel o Caballerizas de Santa Anna- se ubica a espaldas de la iglesia parroquial del Cristo del Buen Viaje, en la actual Avenida La Estación Poniente y casi esquina con Ruíz Cortines, que conduce al centro del pueblo. También se halla a un costado de la vieja Casa de Contratación, llamada “Casa de Cortés” sin fundamento histórico alguno, la Plaza Pública y la Casa del Cabildo. Que junto con la parroquia, conforman el conjunto central de cuatro cuadras que albergaron a la mayoría de la población española en el siglo XVI.

El conjunto completo original tenia una longitud aproximada de 124.20 metros y una anchura de 87.92 metros, alineado en eje noroeste-sureste, ocupando el ancho de una cuadra completa, con un área de 10,919.66 metros cuadrados. Sus muros fueron construidos con cal y canto, sus acabados con mortero de cal y arena.

El cuartel se halla actualmente sin uso y en un lamentable estado de conservación, con muros derribados, sin techos, marcos en sus ventanales, sin puertas y sus acabados desprendidos. El descuido de las autoridades y el vandalismo vecinal para llevarse material para la construcción, han permitido que la vegetación, donde destacan los grandes amates blancos (ficus insípida), invada los recintos y desarrolle fuertes raíces sobre los muros, mismos que presentan ya grietas, fisuras y desplomes, así como un constante proceso de degradación por las condiciones ambientales de alta humedad y exposición a los fuertes vientos y lluvias característicos de la zona subtropical húmeda en la que está asentada La Antigua, Veracruz.

Consta de dos grandes galeras paralelas para alojamiento de los milicianos, con dos laterales destinadas al cuerpo de guardia y a la cocina, cuya posición está a la inversa de la mostrada en el plano de 1803. El cuerpo de guardia presentaba en 2016, todavía 6 troneras abocinadas para disparo de fusilería y estaba orientado hacia la entrada a la población.

Dispone de un gran patio interior, cuyo espacio servía para instalar corrales para los caballos, protegidos por una barda perimetral dotada de una salida en el lado noroeste. Frente a las galeras, se encontraba el recinto de las caballerizas con depósitos de zacate, maíz y capacidad para 70 animales; esta sección ha desaparecido completamente, quedando solo vestigios de los cimientos y es el limite señalado con una alambrada, con un terreno particular. Los pisos interiores, probablemente de ladrillo, han desaparecido completamente, al igual que la viguería, la tablazón y tejas.

El tamaño del edificio sugiere que no se tenia la idea de acuartelar a toda la escuadra de 150 hombres destinados a La Antigua, pero sí a la mitad, lo que sugiere un plan rotatorio que turnos para ocupar alojamientos. Dada la lejanía geográfica de las rancherías y el mal estado de los caminos durante el siglo XVIII, es poco probable que se reunieran todos los milicianos al mismo tiempo saturando los servicios del cuartel.

La fachada constaba de dos entradas laterales que flanquean 6 ventanales y estos al pórtico central. La arquería frontal constaba de 9 arcos de medio punto peraltados, siendo el central el de mayor tamaño y correspondiendo a la entrada principal. En la actualidad, solo quedan vestigios de los zócalos en la banqueta y de la parte superior de los remates para los arcos de acceso lateral por la calle.

El ingeniero Mascaró trazó dos planos casi idénticos del cuartel, siendo la mayor diferencia que el espacio de las caballerizas sería ocupado por una gran cocina para presidiarios, que también ocuparían el espacio exterior y los alojamientos internos, junto a los guardias encargados de su custodia.

Es muy posible que se diera doble uso al cuartel, sirviendo como alojamiento a los presidiarios en las reparaciones que el Consulado de Veracruz hizo al camino real que salía de la Nueva Veracruz hacia Xalapa por el rumbo de La Antigua en esa década.

Anteriormente, entre 1781 y 1783, el ingeniero militar Alfonso Sánchez Ochando había trabajado en el allanamiento y composición de ese camino abierto por don Francisco Burgos y en la vieja calzada que desde La Antigua llevaba a La Rinconada.

Simultáneamente, el ingeniero Pedro Ponce realizaba las mismas tareas en el gran tramo desde Perote hasta La Rinconada, particularmente en los malos pasos de Lucas Martin y Plan del Río, antes de dirigir las obras de Puebla hasta Perote.

El diseño del plano del cuartel en 1803, coincide con el inicio de las obras que el Consulado de Veracruz realiza para modernizar la ruta desde la Nueva Veracruz hasta Perote, abriendo además una nueva desde La Ventilla hasta el Río de Enmedio pasando por la región de Paso de Ovejas.

DIFÍCIL RENACIMIENTO Y VALORACIÓN

Se cree que el cuartel de Lanceros de Veracruz fue utilizado como caballeriza y polvorín por Guadalupe Victoria entre 1819 y 1821. Pero es en esos años en que el ilustre caudillo se oculta en las selvas y cuevas veracruzanas al negarse a aceptar el indulto ofrecido por el virrey Ruíz de Apodaca. Entre 1817 y 1818 fue sometido a implacable persecución por los jefes realistas Antonio López de Santa Anna y José Barradas. Rivera Cambas señala en su obra lo que sucedía en 1817:

“En toda la provincia se presentaron al indulto ochocientos once insurgentes, figurando entre ellos Cleto Rodriguez y Narciso Tinoco, con lo cual, según se ve en los partes oficiales, no quedaba en toda la provincia otro gefe que D. Guadalupe Victoria, quien nadie encontraba á pesar de buscarlo con extraordinario empeño.”

El pueblo de La Antigua fue casi destruido en 1813 y reconstruido en 1817, este proceso debió ejercer alguna influencia en la arquitectura de las viviendas y en los pocos edificios de mampostería legados del siglo XVI, alterando en diversas formas sus rasgos arquitectónicos y de estilo. De esto, más la influencia de las inundaciones y huracanes anuales, pudiera derivarse que la Casa de Cabildo conserve actualmente una arquitectura de estilo vernácula con rasgos neoclásicos, muy diferente a la de la parroquia, ermita y Casa de Contratación.

El cuartel siguió en servicio durante el siglo XIX y fue finalmente abandonado a partir de 1921, iniciándose un acelerado proceso de destrucción, que en 1991 fue paliado con alguna labor de reforzamiento, que apenas le sostiene. Actualmente el cuartel de los Lanceros de Veracruz se encuentra parcialmente restaurado, si bien han desaparecido todos los materiales perecederos (madera, vidrio, metales, etc.), carece de techos y hay libre acceso por los pobladores y el turismo a su interior.

Debido a su mal estado de conservación, desconocimiento de su historia y la arquitectura militar, no es incluido en los recorridos que se imparten a los turistas, cuyas impresiones se limitan a la Casa de Contratación, erróneamente llamada “Casa de Cortés”, a los edificios del siglo XVI y la zona del río. Es de esperar que esto cambie cuando se realicen más investigaciones históricas sobre Veracruz La Antigua, sin limitarse a su periodo de mayor esplendor (1525-1599), pues poco se ha hecho por recopilar su historia en los 400 años siguientes. Bajo esta óptica, el público en general desconoce la trayectoria de la alcaldía mayor, la aportación del pueblo a la independencia, el origen de sus edificios más allá del siglo XVII, entre otros muchos temas.

La fascinación por Hernán Cortés permanece en la localidad, y con raras excepciones, se engloba cualquier hallazgo y explicación histórica a un estrecho marco referencial de 1525 a 1600, aspecto bastante curioso en una población de origen español próxima a cumplir 500 años de activa existencia en 2025.

El 6 de mayo de 2016 se realizó un levantamiento arquitectónico y fotográfico del cuartel, realizado por el licenciado Mario Jesús Gaspar Cobarruvias, director del entonces proyecto de Exploración y Estudio del Camino Real Veracruz-México (EXESCR-VM) auxiliado por el señor Wenceslao García Hernández, cronista del municipio de La Antigua entre los años 2014 y 2017.

Durante las mediciones se hallaron discrepancias con el plano de 1803, siendo la más notable el tamaño del recinto destinado a la cocina, que no abarca la totalidad del ancho de la segunda galera, lo que sí sucede con el cuerpo de guardia. Aparte, en el exterior se delimitó el área donde aun se pueden ver vestigios de los cimientos de las caballerizas y en la banqueta exterior, se localizaron todos los basamentos o zócalos de las pilastras que sostenían la arquería de la fachada, concordando en el mismo número que muestra el plano de Manuel Agustín Mascaró.

El cuartel de los Lanceros de Veracruz es importante en diversas formas. Es el testimonio material de un tipo de edificio especializado no muy abundante y pensado en el apropiado alojamiento de las fuerzas armadas destinadas a mantener el orden. Si bien sus ocupantes desempeñaron esta función luchando contra las guerrillas insurgentes, su formación y sentido de pertenencia a las tierras y familias que defendían desde muchos años antes de 1810, ayudaron a sentar las bases de la gloriosa Guardia Nacional del México Independiente, donde el ciudadano-soldado protege por deber propio la vida democrática y sirve de contrapeso a los excesos del ejército regular cuando es utilizado incorrectamente por los poderes federales violando el pacto interestatal que da vida a la federación.

Sirve de ejemplo a los tiempos modernos, de la resistencia del pueblo sencillo a la discriminación y opresión que suele derivarse cuando los gobiernos adoptan tintes absolutos y de apariencia todopoderosa, en detrimento de la dignidad y validez de los derechos humanos.

  • El autor es originario de la ciudad de Veracruz, licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Veracruzana y técnico en informática por CENESCO. Artista en artes plásticas (dibujo, pintura y escultura) por la Escuela Municipal de Bellas Artes en Veracruz y fotógrafo-instructor profesional. Investigador independiente en historia, antiguas vías de comunicación y campos de batalla desde 2009. Ha sido profesor del área de Humanidades, historia, antropología, fotografía, diseño grafico e informática en colegios y la Universidad Empresarial en Veracruz, Boca del Río y Soledad de Doblado. Se especializa en historia universal y militar, el periodo del poblamiento europeo y conquista de los siglos XV y XVI, las guerras de los siglos VIII al XIX en Europa y América, así como en heráldica, numismática, armamento y artillería antiguos. Así como en el estudio de arquitectura e ingeniería de caminos, puentes, hornos, ingenios y molinos de agua y viento. También es conferencista de nivel estatal e internacional entre América y Europa, diplomado en historia del arte prehispánico, colonial y mexicano por el Instituto Veracruzano de la Cultura, paleografía virreinal, historia de Veracruz y Boca del Río, administración pública, gestión social, grabación de escenas, crítica de fuentes, etc. Actualmente es miembro del Comité Organizador de la Batalla de Tolome en 1932 y a cargo de asuntos históricos, coordinador estatal de cultura para el Estado de Veracruz para la Promotora Nacional de Economía Solidaria (PRONAES), director de Investigación, Análisis y Proyección Históricas para el Proyecto Ruta de Cortés perteneciente al Proyecto México del Consorcio Constructor de Empresas Mexicanas (CCEM), miembro de la Directiva de la asociación cultural México Hispano, fundador-director del equipo de Exploración y Estudio del Camino Real Veracruz-México (EXESCR), integrante del Patronato de la Casa de la Cultura de Cardel, director de comunicación social en el comité directivo municipal Jilotepec de la Academia Nacional e Internacional de la Poesía y de la Ilustre y Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, así como Historiador en la asociación Cronistas de Veracruz, A. C. También se desempeña como explorador, guía-senderista, asesor en turismo cultural, recorridos históricos y organizador de expediciones documentales en el Camino Real de México a Veracruz, la Ruta de Cortés y otros itinerarios históricos. Participa en diversos proyectos de preservación del patrimonio histórico, artístico e industrial, rescate de memoria histórica y conmemoraciones municipales y regionales en unión de con diversos ayuntamientos y grupos ciudadanos. Pública regularmente para varios medios digitales de México como la revista Taller Igitur y el Sitio de Egresados de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (EFACICO), así como en distintos medios de comunicación, su sitio personal y grupos de historia en Facebook y Whatsapp. Ha sido galardonado dos veces con la medalla y el diploma de honor de la Institución de la Superación Ciudadana del H. Ayuntamiento de Veracruz en 2014 y 2016 tanto por mérito individual como por trabajo en equipo. También ha sido declarado «Hijo Adoptivo del Pueblo de Tolome» por la agencia municipal de Tolome y el H. Ayuntamiento de Paso de Ovejas en 2020, así como honrado con el titulo de «Huésped distinguido» por el H. Ayuntamiento de Puente Nacional en 2023. Su nombre figura en monumentos y placas cuya investigación y colocación ha promovido durante años, recibiendo además muchos otros reconocimientos y honores a su continúa actividad profesional. Es diseñador y guía de los recorridos históricos LA CIUDAD AMURALLADA DE VERACRUZ EN 1854 (2014), HISTORIA, ARQUITECTURA E INGENIERÍA EN PUENTE NACIONAL Y PLAN DEL RÍO (2015), EL TORREÓN DEL MOLINO 1748-2016 (2023) y la RUTA DE LA DIVISIÓN FRANCESA BAZAINE EN 1862 (2022).

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Bustamante, Carlos María de, CUADRO HISTÓRICO DE LA REVOLUCIÓN DE LA AMÉRICA MEXICANA, 2ª. Edición, Tomo II, Imprenta de J. Mariano Lara, México, 1844.

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EL EJÉRCITO ESPAÑOL EN HISPANOAMÉRICA, Antonio Casal: https://es.pinterest.com/husarescas…

PLANIMETRÍA DEL CUARTEL ESPAÑOL DEL SIGLO XIX, José Antonio Sebastián, Maestre Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte (U.A.M.) Vol. N, 1992: https://revistas.uam.es/anuario/art…

EL ECO DE LAS REFORMAS MILITARES BORBÓNICAS EN CÓRDOBA: EL PROYECTO DE UN CUARTEL DE CABALLERÍA, Rafael Mendoza Yusta, Arte, Arqueología e Historia Blog, jueves 14 de abril de 2011: http://www.artearqueohistoria.com/s…

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